La sala de audiencias de un tribunal, sin importar la materia del juicio, es el espacio donde se dan cita las emociones de todos los que, por tener un interés en la causa o simple curiosidad en ella, acuden al día del juicio. Las actuaciones judiciales que en dicha sala se desarrollan generan gestos que representan emociones y estados de ánimo, las cuales se agravan o atenúan según el devenir de los sucesos que ahí tienen lugar. Hoy en día existen muchas formas a través de las cuales podemos conocer lo sucedido en la sala de audiencias; sin embargo, los dibujos judiciales, o courtroom sketches, son el medio más antiguo y que durante siglos se han instituido como portavoces de dichas emociones.

¿Cuál es su función?

 Estas ilustraciones no buscan la perfección técnica en cuanto a los rasgos faciales de los intervinientes en la audiencia. Son el medio para que, estando fuera de la sala de audiencias, nos sintamos dentro de ella. Su finalidad es ilustrarnos la personalidad de los protagonistas, el ambiente del foro judicial y los momentos de tensión que ahí se viven. Con sus trazos de acuarela o carboncillo transmiten las reacciones que generan una desvaída imputación o defensa, la contundencia de un argumento o la fuerza de una decisión judicial.

Un claro ejemplo de esto es el conocido dibujo de Bill Robles realizado en el juicio de Charles Manson. Robles logró captar la dramática escena en la que Manson, lleno de cólera, se abalanzó sobre el juez que dirigía su proceso y su casi inmediata detención por el alguacil de la corte. Perfecto en cuanto a los rasgos faciales… no; pero evidentemente insuperable en cuanto a la transmisión de la intensidad del momento.

No cabe duda que esta improvisada pero expresiva ilustración forma parte de la historia del mediático proceso penal contra Manson.

 

El origen de los dibujos judiciales.

Aunque no hay una fecha precisa del origen de esta manifestación artística, existe consenso en que los primeros dibujos judiciales fueron los que plasmaron algunas de las incidencias de los juicios a “Las Brujas de Salem”. En estos procedimientos, que tuvieron lugar a fines del siglo XVII, se juzgó y condenó a muerte a diecinueve mujeres consideradas brujas. A fin de cuentas, y según diversas hipótesis, las enjuiciadas fueron víctimas de episodios de epilepsia, de psicosis delirante y de los efectos del consumo accidental del hongo del pan de centeno fermentado.

La historia demuestra que los fanatismos nunca llevan a buen puerto y este caso no podía ser la excepción. Tiempo después de la última sentencia, muchos testigos se retractaron de sus declaraciones alegando que habían actuado impulsivamente por el miedo. Como consecuencia de esto se retiraron las acusaciones pendientes e incluso existieron compensaciones económicas a favor de las familias de las ejecutadas.

El desarrollo del arte.

Aun cuando en años posteriores existieron juicios destacados, ninguno alcanzó el interés que despertaron los seguidos a las brujas de la puritana ciudad de Salem. Sin embargo, se arraigó la actividad de elaborar dibujos judiciales que reflejaran las incidencias de juicios que generaban expectación. Dichas imágenes eran dadas a conocer mediante su inserción en las publicaciones periódicas de la época, las cuales debían sortear las dificultades técnicas que la incorporación gráfica implicaba.

Con el paso del tiempo esta actividad adquirió importancia y por ello prácticamente todos los periódicos contaban con dibujantes que cumplieran esa función. Las técnicas que se han empleado a lo largo de los años han variado, utilizándose materiales como la acuarela, el carboncillo, el pastel, etcétera. En función del personaje o del caso, muchos dibujos han adquirido un alto valor comercial y han despertado el interés de muchos coleccionistas por poseerlos.

 Los dibujos judiciales han continuado su desarrollo y presencia en el ámbito forense. Muchos courtroom artists han destacado y adquirido un nombre por la práctica de esta actividad y mediante el uso de técnicas diversas. Como ejemplo podemos citar los casos de Jane Rosenberg que cubrió el juicio al “Chapo” Guzmán; Vicki Ellen Behringer que realizó dibujos en el juicio de Michael Jackson; Marylin Church que ilustró escenas del juicio de custodia que siguieron Woody Allen y Mia Farrow. Estos son algunos de los dibujos de las artistas antes mencionadas, en los cuales se aprecia la diversidad de técnicas y materiales:

El obstáculo tecnológico.

La fotografía, surgida en el siglo XIX, se constituyó en el primer obstáculo que hubo que librar. La ventaja que ésta representaba sobre el dibujo era que reflejaba con fidelidad las expresiones faciales. No obstante, existían dos factores que impidieron su uso. Primero, su poco desarrollo requería de imágenes estáticas, lo cual implicaba que los protagonistas tuvieran que “posar”. En segundo lugar, lo voluminoso del equipo y el fogonazo del flash distraían a los fotografiados. Estas circunstancias aniquilaban la espontaneidad, la cual sí quedaba registrada en la mente del dibujante y la expresaba mediante sus trazos.

A pesar de la victoria inicial del dibujo sobre la fotografía, se debe reconocer que el impresionante avance de ésta, el vertiginoso desarrollo del video, la transmisión televisiva y el streaming se erigen hoy en día como verdugos de un arte surgido de la sensibilidad, sentido de oportunidad y rapidez de los dibujantes judiciales.

Tratándose de personajes famosos o casos de gran expectación, hay jueces que, incluso aduciendo un factor de transparencia, permiten el ingreso de cámaras de televisión a la sala de audiencias para dar cuenta del desarrollo del proceso. Un ejemplo de lo anterior es el interés generalizado que despertó la transmisión televisiva en vivo del juicio seguido a O.J. Simpson, sobre todo cuando el veredicto absolutorio fue dictado por el controversial jurado.

El factor jurídico al rescate.

En el otro extremo, hay juzgadores que no permiten el acceso de cámaras de televisión a la sala de audiencias. Fundamentan esta negativa en que dichas cámaras ponen en riesgo la eficiencia del proceso, sobre todo en los casos de relevancia o de personajes famosos. Un ejemplo es que la veracidad del testigo pueda verse afectada por la preocupación de éste respecto de su imagen y del impacto de su testimonio. Otro riesgo es que en la transmisión en vivo se puedan hacer tomas o «paneos» de miembros del jurado cuya identidad deba ser resguardada.

Basados en este tipo de circunstancias, existen restricciones de diversa índole, las cuales, a nuestro entender, favorecen la permanencia del arte del dibujo judicial. Por ejemplo, el hecho de que en las cortes federales de Estados Unidos esté prohibido el acceso a las cámaras de televisión da ventaja a los dibujantes, ya que ellos, a diferencia de los medios televisivos, sí podrán obtener las imágenes de las incidencias en la audiencia.

 En los casos del Reino Unido y Hong Kong, donde se prohíbe el ingreso de cámaras y la realización de bocetos en tiempo real, el dibujo judicial resulta nuevamente favorecido. En efecto, la prohibición es realizar la ilustración en ese momento, pero no se impide el ingreso del dibujante ni que éste tome notas sobre las situaciones que plasmará posteriormente con sus trazos, salvo que se trate de menores o de casos de abuso sexual. Esta circunstancia pone nuevamente en ventaja al dibujo judicial, ya que las citadas notas y la memoria del dibujante serán los referentes para la obtención de una imagen que los medios televisivos no podrán obtener.

México y los dibujos judiciales.

Hasta donde tenemos noticia en México no existe registro de esta manifestación artística. Seguramente esta ausencia se debe, en esencia, a las características propias del sistema tradicional de justicia penal que hasta hace poco se aplicaba en nuestro país. Sin embargo, estimamos que con el nuevo sistema de justicia penal están dadas las condiciones para que estas ilustraciones adquieran carta de naturalización. La oralidad y el principio de publicidad son los cimientos necesarios para la proliferación de estos dibujos.

Un ejemplo es el caso de Rosario Robles, el cual por múltiples motivos ha causado gran expectación. En las diligencias judiciales que recientemente tuvieron lugar, no se permitió el ingreso a medios de comunicación; sin embargo, algunos medios televisivos hicieron uso del dibujo judicial para presentar la noticia a su audiencia. Ojalá esta práctica se incremente aun con la presencia de los medios, ya que, como antes dijimos, estos dibujos forman parte de la historia del caso.

Una propuesta a manera de epílogo.

La existencia y permisibilidad de estos dibujos no debe restringirse a los casos penales; hay otras materias en los que pueden cumplir idéntica función. Por ejemplo, puede hacerse extensiva a los casos civiles en los que también han sido implantadas la oralidad y la publicidad de la audiencia. Asimismo, pudieran elaborarse dibujos judiciales de las sesiones públicas del Pleno y Salas de la Suprema Corte de Justicia. En ambos casos hay debates intensos y causas que generan expectación o que tienen relevancia social y política. Sería interesante tener otra forma de conocer las emociones y sucesos de las salas de audiencias de los diferentes tribunales de nuestro país.

Evidentemente deberá ser una actividad que se encuentre sujeta a ciertas restricciones, como los casos de menores o abuso sexual regulados en el derecho comparado. Pero la restricción no debe convertirse en prohibición. En todo caso habrá que encontrar los argumentos para permitirla, y no los que la prohiban. Esta actividad puede ser el semillero de grandes artistas gráficos que engrosen las filas de nuestros afamados caricaturistas, moneros y cartonistas. Además, siempre es necesario que alguien nos cuente la historia de un caso desde otro punto de vista.

En última instancia, la historia judicial de un país no solo debe formarse por las sentencias de los jueces, que son su principal insumo. Dicha historia debe integrarse también por sus edificios, su bibliografía, su lenguaje, sus costumbres, sus mitos y, por qué no, también por una visión gráfica e ilustrada de las emociones que se dan cita en una sala de audiencias.

 

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